Mouseland y el bipartidismo abusivo: hablemos de ratones y gatos

El párrafo que sigue a este es la traducción de un discurso, realizado por el social-demócrata canadiense Clarence Gillis durante la primera mitad del siglo pasado, y referido a una situación de bipartidismo abusivo que nos debería sonar en España, no sólo de ahora, también de toda la historia reciente.

Es la historia de un lugar llamado Mouseland. Mouseland era un lugar donde todos los ratoncitos vivían y jugaban, donde nacían y morían. Y ellos vivían de la misma manera que tú y yo lo hacemos. Incluso tenían un parlamento y cada cuatro años tenían elecciones. Caminaban rumbo a las urnas y votaban. Algunos hasta obtenían alguna ventaja, una ventaja que recibían cada cuatro años, como es lo normal. Tal como nos pasa a ti y a mí. Y cada día de elecciones todos los ratoncitos acostumbraban a ir a las urnas y elegían un gobierno. Un gobierno formado por enormes y gordos gatos negros.

Ahora bien, si pensáis que es extraño el elegir gatos siendo ratones, solo hace falta mirar la historia de Canadá en sus últimos 90 años entonces te darás cuenta que ellos – los ratones – no son más estúpidos que nosotros. No estoy diciendo nada en contra de los gatos, ellos eran buenos compañeros, conducían el gobierno dignamente, elaboraban buenas leyes, es decir, leyes buenas para los gatos. Y estas leyes que eran buenas para los gatos, no eran muy favorables para los ratones.

Una de las leyes decía, que la entrada a la ratonera debía ser tan grande como para que un gato pudiera meter su pata en ella. Otra ley decía, que los ratones solo podían moverse a ciertas velocidades, para que el gato consiguiera desayuno sin realizar mucho esfuerzo físico. Todas estas leyes, eran buenas para los gatos, aunque para los ratones eran bastante duras. Y cuando los ratones lo tuvieron más y más difícil, y se cansaron de aguantar, dijeron de hacer algo al respecto.

Entonces, fueron en masa a las urnas, votaron contra los gatos negros y eligieron gatos blancos. Los gatos blancos lanzaron una campaña genial, dijeron: “todo lo que necesita Mouseland, es una visión de futuro”, y terminaron prometiendo “el problema de Mouseland, son las entradas redondas de las ratoneras, si ustedes nos eligen, las construiremos cuadradas”. Y lo hicieron, las entradas cuadradas eran el doble de las redondas, ahora el gato podía meter las dos patas y la vida para los ratones, se tornó más complicada. Y cuando no pudieron soportarlo más, votaron contra los gatos blancos y pusieron a los negros de nuevo… para luego regresar a los blancos y de ahí a los negros otra vez. Incluso trataron con gatos mitad negro, mitad blanco y lo llamaron coalición. En su desesperación, intentaron dar el gobierno a gatos con manchas, eran gatos que intentaban sonar como ratones pero comían como gatos. Verán amigos míos, el problema no estaba en el color de los gatos, el problema estaba en que eran gatos.

Este discurso, que ya tiene más de 70 años, está plenamente de actualidad hoy en día en España – y en muchos otros países, diría yo – describiendo lo que quizá sea una enfermedad endémica en nuestra sociedad. Para que exista democracia no sólo hay que poder votar libremente, esa es la condición que siempre nos repiten, el mantra que hemos tragado junto con otros y que han calado profundamente. ¿Os suena el estado de bienestar? ¿Os suena el pleno empleo? sólo son el queso que los gatos ponen a los ratoncitos para que sigan el camino trazado. Decía que no sólo ha de poderse votar libremente para que haya democracia. Considero que debe haber al menos otras dos condiciones para poder afirmar categóricamente que vivimos en democracia: una es que los partidos compitan en igualdad de condiciones y la otra es que existan mecanismos eficaces y eficientes que permitan echar del poder legalmente a un gobierno que no represente a los ciudadanos o que los perjudica.

Hoy en día en España sólo se da la primera condición, igual que en Corea del Norte y Cuba (por poner dos ejemplos). En estos tres sitios se puede votar (sí, en Cuba y Corea del Norte se puede votar) pero no se cumplen las otras dos condiciones en ninguno de los tres.

En ellos existen o más de un partido o sólo un único partido: En España tenemos un bipartidismo abusivo, lo que de facto es un sólo partido con dos estructuras y dos marcas comerciales, pero que de hecho se alternan y protegen deliberadamente; aunque es cierto, no podemos probarlo.

En los tres países no existen garantías – de hecho, eficaces y eficientes – que permitan que un gobierno corrupto o inoperante o simplemente que gobierna de espaldas al pueblo, pueda ser expulsado legalmente del poder: En España porque la formación de redes clientelares son tan horizontales y profundas al mismo tiempo que puede sospecharse de la no existencia de la necesaria separación democrática de los tres poderes del estado, y por tanto de que la justicia sea igual para todos.

En definitiva, el 25 de Mayo estamos emplazados para ir a votar a los gatos de siempre o a unos pequeños ratones que audazmente se han presentado a su fiesta. It’s up to you!

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