Mucho se está hablando sobre el paso de afiliados de UPyD a Ciudadanos en las últimas semanas, y quisiera aportar algo de claridad (desde mi humilde punto de vista).
La finalidad última de este post es salir al paso de las críticas que los afiliados que abandonamos UPyD estamos recibiendo. He visto como a mi alrededor, fieles afiliados del partido magenta que han abandonado sus filas por ser críticos con la dirección han recibido insultos que van más allá de lo político y entran en el área personal. Algunos militantes que deciden quedarse están insultado a través de las redes sociales y mediante mensajes privados a los que deciden irse. Los insultos están yendo desde un simple “chaquetero” a unos más dolorosos “judas” o “traidor”, incluso he leído que hubo referencias maternas y mención a la forma en que deseaban que el fugado muriese.
En lo que me toca, he de decir que no he recibido ningún adjetivo; por ahora.
Lo que quisiera plasmar aquí es el punto de vista de aquellos que nos vamos, punto de vista que de partida es triste. Mucho.
Se dejan atrás años de trabajo y relaciones sociales, algunas muy afectivas ya que los que se quedan ven el movimiento como traición personal. Nada más lejos.
En 1972 se rodó la película homónima del libro “La aventura del Poseidón”, libro encuadrado en los desastres marítimos, analogía muy próxima a lo que le ha venido sucediendo al partido de Rosa Díez desde después de las elecciones para el parlamento Europeo del 2014. En la película (me referiré en adelante al guión adaptado del libro para la película) un crucero de lujo por el Mediterráneo se ve sorprendido por una ola gigante causada por un movimiento telúrico y debido al impacto de esta vuelca dejando la quilla al descubierto. Los supervivientes no saben que hacer y las dinámicas de grupo hacen que aparezcan dos líderes que toman decisiones diferentes: el grupo que quiere ir a proa y aquel que piensa que por la popa y a través de las hélices podrán salir del barco. Ambos saben que el tiempo es limitado, el barco se va inundando muy lentamente, pero sin pausa; así que la decisión que se tome no podrá corregirse y marcará sus vidas o su forma de morir.
UPyD y su descenso a los infiernos se parece mucho a este guión. La aparición de Podemos y Ciudadanos ha hecho que el partido magenta se haya visto sacudido por las urnas y, desde finales del año pasado, ha estado mostrando al sol sus debilidades de liderazgo. Inicialmente una corriente interna provocada por Sosa Wagner y posteriormente encarrilada por el eurodiputado Enrique Calvet y Aurora Sotos (entre otros) intentó desde dentro liderar un movimiento que tenía como objetivo la unión de partidos del centro, o quizá sólo su confluencia en pactos. Se buscaba provocar un CEX, un congreso extraordinario, y en él que se votase la idoneidad o no de converger. Pero no, la dirección siempre hizo oídos sordos a la propuesta, posiblemente por no llegar a mover a una cantidad significativa de afiliados. Sin embargo la presión resultante de las palabras de Sosa Wagner, pidiendo el cambio, sí provocó que Rosa se sentara con Albert y escenificaran unas negociaciones. Todas las sospechas muestran como estas reuniones fueron, al menos por parte de UPyD, meras actuaciones con el objetivo de calmar las corrientes renovadoras. La sospecha más fuerte fue que el voluminoso documento que explicaba el porqué del partido magenta para rechazar la unión con C’s estaba redactado pocas horas después de levantarse de las reunión. Hay más trazas de sospecha, pero no voy a profundizar en ellas.
Aunque el navío magenta ya estaba zozobrando y mostrando la quilla al sol, fueron las elecciones andaluzas el tsunami que dio la vuelta definitivamente al barco. Todas las alarmas saltaron entre ortodoxos y renovadores. Lo que estaba en juego era todo el trabajo de años y las formulaciones locales de las ideas del partido. Sí, es cierto que algún trepa habría pensado en sí mismo, pero por lo que veo a mi alrededor la inmensa mayoría – por no decir todos – estaba más preocupado por el posible fin de un proyecto que por el cargo o la responsabilidad. La tragedia salió a flor de piel y los medios mordieron en animal herido.
Y aquí aparece la mejor analogía entre la aventura del Poseidón y la desventura de UPyD. En una de las escenas de la película, el grupo que se dirige a proa (ortodoxos), liderado por un párroco enarbolando un crucifijo y clamando que Dios les protegerá, se enfrenta airadamente a aquellos (renovadores) que creen que intentar salir por sus propios medios por la popa es la mejor opción. El grupo de los ortodoxos claman e insultan a los renovadores para que no vayan a popa y confíen en Dios ciegamente, les reclaman que van a morir si se empeñan en buscar una salida y piensan que seguir dentro del barco volcado es la mejor opción. El tiempo les quitó la razón, el barco finalmente se hunde. Sin embargo aquellos que sí decidieron buscar por su cuenta una salida consiguieron salvarse, aunque con alguna baja para dar dramatismo a la trama. Al acercarse a la zona de las hélices, los equipos de rescate pueden perforar la cáscara del barco y permitir así una vía de escape.
Aquellos que creemos firmemente que el barco se hunde, no nos consideramos ratas, tránsfugas, judas o traidores. Creemos firmemente que para salvar el trabajo realizado y llevar a este país un proyecto de centro real hay que cambiar de dirección (CD) o cambiar de barco, ya que el primero se acerca a su fin y el segundo es casi idéntico al primero. Sin embargo la ortodoxia magenta insiste en insultar a aquellos que podrían ayudarles mientras siguen a su líder ciegamente, sin cambiar nada y enarbolando una fe ciega a la par que inútil.
El partido son las personas, sus ideas y su trabajo, no la organización que es instrumental. No permitáis que una fe ciega a la lideresa os oculte que este barco se hunde y con él todo vuestro trabajo.
Venir a popa.
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